adicciones

Todas las personas con problemas de adicción buscaban algo, pero dejaron la búsqueda muy pronto, conformándose con un sucedáneo. Cualquier cosa puede provocar adicción cuando no la limitamos: dinero, poder, fama, saber, diversión, comida, ideas religiosas, drogas.

Todas las adicciones son intentos de calmar el dolor, ya sea la adicción a sustancias de abuso, a las compras, a internet, al trabajo, al sexo, a una relación…

Todas son intentos de escapar del dolor.

El Libro tibetano de los muertos tiene una frase maravillosa: “No importa lo que hagas, no trates de escapar de tu dolor, convive con él”. Porque el intento de escapar del dolor es lo que produce más dolor y esa es la realidad en las adicciones.

La adicción es el síntoma y no la enfermedad, la alarma de que algo no va bien. La verdadera enfermedad está en los vínculos y relaciones personales, en las emociones contenidas, en el estilo de vida.

Las personas que sufren adicciones, las utilizan para anestesiar lo que sienten en su presente y generar por sí mismas una nueva sensación; la adicción es el analgésico que calma y anestesia ese dolor.

Las personas adictas necesitan un presente compasivo que les permita expresar su dolor sin tener que escapar de él. Y vivimos en una sociedad que, de una u otra forma, siempre ofrece el alivio instantáneo, la satisfacción rápida, la distracción. En otras palabras, vivimos en una cultura que se basa en no apoyar a las personas para que se acepten, y entonces  siempre se busca la salida rápida.

Es muy difícil entonces tratar con la adicción. Porque de lo que se trata es de encontrar un modo de transitar ese dolor para poder comprenderlo. Aceptar el dolor como parte de la vida es el único modo de transcenderlo.